Conócete a ti mismo: Clave para ser un Gran Inversor

En este post vamos a hablar de la importancia de bucear dentro de nosotros para poder maximizar todo el proceso que conlleva una adecuada inversión, sea cual fuere el activo que vamos a trabajar. En numerosas ocasiones, en mi vida profesional y personal, he conocido personas que están correctamente enfocadas en la consecución de diversos objetivos personales, profesionales, deportivos, académicos, de salud, etcétera, pero no consiguen cumplir la consecución de los mismos en los plazos temporales prescritos. Y os garantizo que, en esos casos, la sensación que experimentan no es agradable.

Por tanto, aunque pueda parecer poco atractivo a priori, como un factor menor dentro de nuestra carrera como inversores o traders, estoy plenamente seguro que siempre debemos tener en nuestra mente todos los conceptos básicos del conocimiento personal que vamos a exponer.

¡Comenzamos!

Conoce quiénes somos

Seguramente habrás escuchado en alguna ocasión (incluso lo habrás experimentado en primera persona) que hay profesores de los que no se aprende absolutamente nada. Es más, incluso, dando una vuelta más de tuerca, lo conveniente es olvidar rápidamente todo lo que el docente trató de transmitir.

Aunque, evidentemente, profesionales de dudoso calado siempre han habido (y habrá, por suerte o desgracia, según se mire) en todas las áreas del saber, yo siempre he tenido el convencimiento en mis adentros que, de todas las circunstancias y vivencias a lo largo del camino de la vida, se pueden sacar lecciones valiosas y aprendizajes útiles cara al futuro.

Os cuento esto porque siempre he sentido admiración por la figura del profesor/a: aquella persona que decide dedicar su vida a transmitir conocimiento a la sociedad, a la comunidad, al resto de humanos, destilando sobre los contenidos de la materia a explicar un único e intransferible toque personal que convierte el mensaje en especial.

Pues bien, seguramente a todos nos ha ocurrido alguna vez que un profesor/a, dado su peculiar estilo personal (oratoria, comunicación no verbal, extravagancias, etcétera), grabó a fuego en nuestra esencia contenidos de su asignatura que, dicho sea de paso, no parecían muy apasionantes.

Esta pequeña reflexión que comparto en este artículo se explica porque recuerdo, como si fuera ayer (y ya ha llovido, ejem), un profesor que tuve en la facultad que, el primer día de clase, se presentó en el aula delante de más de 100 desconocidos, se subió al atril (sí, yo pertenezco a esa generación, ya extinta, que aprendió escuchando desde la tribuna elevada), nos miró con detenimiento y de manera escrutadora a todos, tomándose su debido tiempo, y nos dijo: “jamás aprobaréis mi asignatura hasta que no sepáis quiénes sois y qué queréis en realidad”.

profesor que enseña al futuro inversor

Pensad por un momento la cara que se nos quedó a ese grupo de veinteañeros despreocupados cuando, el primer día de clase, recibimos ese mensaje.

Pues bien, ese día, me fui a casa profundamente pensativo en aquella vivencia que me había regalado la vida y, poco a poco, descubrí, que mi mente iba estructurando ideas y sensaciones que desconocía o tenía inconexas.

Paulatinamente, fui descubriendo objetivos personales, existenciales, académicos y profesionales futuros que manaron de la reflexión íntima de mi ser, y sobre los que, como andamiaje y armazón sólido, pude ir añadiendo accesorios periféricos de valor.

Como podéis deducir, la enseñanza de toda esta historia es, básicamente, que lo realmente importante no es dedicar tiempo o parte de nuestra vida a realizar inversiones, operar en bolsa, hacer trading intradía, sino el significado que todas esas tareas nos reportan y su carga emocional y existencial, para nosotros y nuestro círculo familiar y personal más cercano y querido.

Hace unos meses, un buen amigo me explicó que padecía insomnio desde unas fechas atrás y lo achacaba a su operativa como trader. Soñaba continuamente con patrones de velas en la pantalla y operaciones con mucha volatilidad difíciles de gestionar. Había ganado peso repentinamente, iba a la despensa a darse atracones en momentos de cierta ansiedad y su esposa e hija lo veían ausente en el día a día.

A mi amigo le recomendé, aprovechando su consulta, de manera encarecida, que tenía que replantearse su enfoque en la operativa de trading. Repensar el modelo de negocio, el plan de trading, la temporalidad, la gestión monetaria… ¡todo! Porque el andamiaje sobre el que se sustenta el inversor, que es su mundo interno, afectivo y familiar estaba en jaque. Y os garantizo que es inviable que desarrollemos cualquier actividad profesional, inversión o negocio si nuestra vida, nuestra existencia, es turbulenta e inestable. A corto plazo el azar puede ser favorable, pero a largo plazo, lo más probable es que el proyecto profesional y de inversión naufrague y nosotros ahogados dentro.

Pero, ¿cómo hacer, entonces, para que no nos ocurra esto? ¿qué puedo hacer yo?

Muy sencillo, en primer lugar, y más importante, nunca dejes de decirte para ti mismo, todos los días que dediques a algo, sea lo que sea, los motivos que te llevan a enfocarte en ello y por qué merece tanto la pena. El día que dubites, que no encuentres la fuerza ponderal a su favor, debes plantearte que algo va mal, que quizá no es tu modelo de negocio, que debes revisar todo el plan, todo el sistema.

Hablando en días posteriores con mi amigo, fue descubriendo, a través del relato hacia mí, que, en realidad, hacer trading intradía le generaba ansiedad, nunca disfrutó realmente de la actividad y, desde el principio, su principal objetivo fue generar ganancias económicas importantes a través de un sistema de especulación con esperanza matemática positiva. ¡Error!

Poco a poco, este buen amigo, fue descubriendo aquellas actividades relacionadas con la inversión que no le generaban sensaciones negativas, que podía entender fácilmente, que disfrutaba estudiando y analizando, incluso que explicaba con alegría a su familia mientras cenaban en casa. Su energía fue canalizada, paulatinamente, de manera correcta hacia un fin plausible y, muy importante, con una carga simbólica positiva.

Esta lección vital que aconteció en su vida le hizo mucho más conocedor de quién era  y sus objetivos existenciales, alineados en convergencia perfecta.

Lo importante no es una inversión… ¡Eres tú!

Llevo más de 20 años dedicándome a la formación de alumnos, tutorizando estudiantes de Educación Secundaria, Bachillerato y Estudios Universitarios, así como academias profesionales, y al maravilloso mundo de las inversiones inmobiliarias (bienes raíces), mercados financieros (contado, derivados, futuros, fórex. Commodities, etcétera) y criptomonedas y tengo muy claro una única cosa: debes tomarte tu tiempo, suficiente y bien sopesado, para enfocarte en la actividad deseada, sabiendo los pros y contras, analizando aquello incontable y subjetivo, pero importante, que es tu sensación y emoción íntima cuando estás estudiando o desarrollando esa actividad.

Por norma general, si dicha actividad la realizas o estudias con deseo, intensidad, pasión y alegría, desde dentro de tu ser, hacia fuera, tienes muchas papeletas para triunfar.

Por contra, si estás enfocado en los resultados, en los beneficios, en los dividendos, plusvalías o, lo que es peor, en todo lo que puedes comprar una vez obtengas esa cantidad de dinero, créeme que estás abocado al más estrepitoso de los fracasos. Y te digo una cosa, fracasar no es negativo. De hecho, todos lo hacemos continuamente, porque la vida es básicamente eso, ensayo y error. Lo realmente pernicioso es la erosión, el deterioro que sufre tu ser, tu sustrato íntimo; la pérdida de autoestima y autoconfianza, el desenfoque generalizado de ti para con tu vida, para con tu existencia.

Quizá pueda parecerte todo esto que escribo algo excesivamente metafísico o enrevesado, pero, insisto, lo más importante, como decía una de las mentes más brillantes que ha parido la Hispanidad, D. José Ortega y Gasset: “ yo soy yo y mi circunstancia; y si no la salvo a ella no me salvo a mí”.

piensa en ti mismo

Consejos y conclusiones

  • Dedica e invierte tiempo en ti, en hablar contigo mismo, en escuchar tu cuerpo, tu mente, tus sueños, tus miedos. Todo tiene valor y sentido y, lo importante, es que todos esos criterios estén alineados sin desajustes ni contradicciones.
  • Procura no autosabotear tu vida. Ten siempre claro quién eres y qué quieres y no pienses nada malo, no digas nada malo, ni hagas nada malo (contra ti ni tus objetivos)
  • La vida te va a regalar de manera exponencial siempre que estés dispuesto a sembrar por el mero amor a tus congéneres y al medio que te rodea. Decide enfocarte en un proyecto y trata de hacer todo, desde que te levantes hasta que te acuestes, de manera ordenada, empática y respetuosa hacia el resto de seres humanos y la Naturaleza. A largo plazo los resultados serán magníficos. Y, a corto plazo, comprobarás que tu acidez de estómago desaparece.
  • Trata de compartir tus éxitos con un grupo humano afin y de confianza. Los humanos somos seres sociales, no lobos, y necesitamos disfrutar de la reciprocidad de manera continua.
  • No tengas miedo de desarrollar proyectos de inversión ni de experimentar sensaciones temidas o indeseadas. De cualquier situación podemos aprender y, seguramente, la lección más valiosa aparecerá tras una vivencia muy marcada.

Recuerda que, sin duda, la peor sensación es la duda de lo que pudo ser y no fue por la inacción y la parálisis que generan la duda y el miedo.

Espero que te haya gustado el artículo y, tras leerlo, apagues el teléfono móvil, cierres la puerta de la habitación y dediques unos minutos de valor a reflexionar sobre ti, lo que eres y lo que realmente necesitas en tu vida, para encaminarte correctamente.

¡Regálate luz y conocimiento!

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